Definir la literatura hispanoamericana.
A propósito ¿Masculino /Femenino? ¿Femenino /Masculino?
Niñez y hombre en la Región Ideal.
Narración oral, comunicación transformada en arte.
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Claudia Guala
Toc Toc
Divertido enfoque de diferentes obsesiones. Seis personajes con diversos síntomas de TOC (trastornos obsesivos compulsivos), se reúnen en la sala de espera de un psiquiatra, el cual “nunca llega” al consultorio y son ellos mismos los que tienen que arribar a las conclusiones. De una manera divertida y exagerada de una realidad que padecemos en más o menos cada uno de nosotros, se develan los distintos aspectos de sus trastornos reflejados unos en otros, los que llegan a ayudarse mutuamente, sin mediar la ayuda profesional. Buen trabajo actoral de los protagonistas, que despliegan en forma desopilante sus particulares manías.
Toc- toc, ayuda con la risa a despejar dudas de esos trastornos que a veces nos hacen la vida más difícil. El final da una vuelta de rosca, a todo lo acontecido. Excelente obra de teatro, con actuaciones brillantes y éxito de público.
Extraído de la Nota: El dolor después de la diversión de Cecilia Hopkins en el diario Página 12 del 8 de enero de 2012.
Elenco: Mauricio Dayub, María Fiorentino, Daniel Casablanca, Melina Petriella, Eugenia Guerty, Diego Gentile, Libro: Laurent Baffie
Dirección: Lía Jelín
Producción: Eloísa Cantón, Sebastián Blutrach, Morris Gilbert, Bruno Pedemonti
– ¿Cuáles son los TOC que padecen los pacientes que esperan al doctor Cooper en la pieza de Baffie?
– Además del de la limpieza (el personaje que interpreta Riestra) está presente el de “la verificación” (a cargo de Fiorentino), esto es, la obsesión por chequear hasta el cansancio si se llevan encima las llaves, si el gas fue cerrado o si se apagaron todas las luces de la casa antes de salir. Otro de los personajes (interpretado por Casablanca) padece el síndrome del “idiota sabio”: “Son aquellos que no pueden dejar de calcular cosas: cuántas mesas hay en el restaurante donde acaban de entrar, cuánta gente los cruzó por la calle o cuántos escalones subieron”, detalla Jelín. Por su parte, Petriella interpreta a un personaje que repite el final de la frase que le escucha pronunciar a su interlocutor; Dayub, al que no puede dejar de insultar y hacer tics nerviosos; Gentile no puede dejar que los objetos de su casa no observen un orden simétrico riguroso.
– ¿Cómo definiría a su puesta?
–Siempre me interesó coreografiar para actores más que para bailarines. Así que a la puesta la veo como una coreografía, porque hemos trabajado mucho desde el movimiento. Es una obra coral.
– ¿Cómo dirige?
–Cuido lo estético, lo conceptual y, fundamentalmente, lo actoral. Porque uno puede hacer una puesta impresionante, pero si fallan los actores... A mí me gusta trabajar desde lo corporal. Creo que la emoción no pasa por la comprensión de lo que se dice, sino por el cuerpo. Así el teatro está vivo. Si uno pudiera juntar el instinto, el cuerpo y un buen texto, no nos pararía nadie. Claro que siempre es mejor cuando el espectador no es prejuicioso.
– ¿Por qué lo dice?
–Porque la solemnidad atenta contra el teatro.
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