Definir la literatura hispanoamericana.
A propósito ¿Masculino /Femenino? ¿Femenino /Masculino?
Niñez y hombre en la Región Ideal.
Narración oral, comunicación transformada en arte.
Visitanos en:
Silvia Santilli
Cuando contamos un cuento sentimos la sensación de que estamos pasando los recuerdos que se anidaron en el alma nuevamente por el corazón. Nos asombramos de aquellas vivencias que en su momento nos hicieron llorar, reír o emocionar y las seleccionamos para convertirlas en cuentos y compartirlas. Permitiéndonos abrir las ventanas de nuestro interior manifestada en la palabra, y lo hacemos no desde la memoria mecánica sino desde el fuego interior de la pasión – transmisión, dando paso a la imaginación, a los sentimientos, al asombro y tratando de llegar al corazón de los otros.
El narrador oral es un creador porque es capaz de recrear lo narrado, sin métodos ni recetas, para la maestría oral sólo se necesitan historias, vivencias, momentos compartidos. Él es obra de sí mismo y de su relación con los otros, se hace a si mismo mientras se hace con los otros. Los cuentos se engendran en la coparticipación que se genera en el instante mismo, entre el narrador y su público. Así crecen, se desarrollan y deben perdurar como las cosas creadas. Si no se logra; el narrador perece y el cuento también por lo menos ante esa circunstancia.
La narración oral es comunicación transformada en arte. ¿Cómo se hace este arte?, abriendo las puertas y ventanas de nuestro cuerpo y logrando llegar a la interioridad del otro. No es tarea fácil llegar a ese interior, pero si buscamos la palabra simple, nuestras experiencias, la memoria del ayer, lo vivido por cada uno de nosotros, cuánto podemos transmitir con un solo cambio de voz la que debe sonar clara, pausada y con énfasis provocando silencios que producirán expectación, o con un simple gesto y una sencilla postura del cuerpo; lograremos comunicar las actitudes hacia el mundo que nos rodea. Sólo con la posición que adoptemos estamos transmitiendo un sinfín de mensajes. Como dice Ana Padovani en su libro Contar Cuentos:
“Aunque el narrador narre sentado, su cuerpo siempre debe ser un receptor sensible y un emisor expresivo.”
Con los cuentos se poetiza y se juega. El narrador elige palabras, un espacio real para moverse y comunicarse y el del cuento que es el de nuestra imaginación y se mueve entre estos dos espacios actuando como guía llevando a quienes lo escuchan a un lugar imaginario y así teje el cuento, arma trampas, juega con el público, lo sorprende y sabe que quien lo escucha juega con él siendo el coautor de sus cuentos interpretándolos a su manera. Un público que goza de un silencio poblado de sueños de utopías, donde las palabras lo rompen para recrearlo porque la narración es un acto de imaginación, de audacia, de libertad, de solidaridad y de goce.
Teresita Zapata, profesora colombiana de la Universidad de Antioquia, indica lo siguiente:
“El cuento narrado en una atmósfera de acariciante intimidad despierta a la conciencia la sensibilidad visceral de nuestra piel. El tacto de la epidermis se abre como una flor que despliega sus pétalos para recibir y luego de modo ondulante los cierra para hacer que en su interior, las distintas voces de los sentidos corporales, que la lectura es capaz de hacer contar, se escuchen. Y el cuerpo se vuelve oído, tacto y visión.”
avatAres apuntes literarios y algo más - Anuario de letras - Publicación de Avatares letras, Escuela de escritura - Te: (+54) 011-47685174 - centroavatares@yahoo.com.ar