Dossier
 

Irónicamente, en la cultura de lo inmediato el género de la poesía debería ser más elegido por su brevedad sobre obras literarias más extensas como lo son usualmente la prosa o el género dramático. Con certeza, esto se debe al desafío que la lectura del texto poético, presenta al lector. Una novela si bien es más extensa resulta por lo general mucho más explícita. Un poema, en cambio, es la descripción de un momento, de un sentimiento, la fotografía de una memoria. Con el uso de recursos estilísticos el poeta más que describir la escena, la pinta con imágenes visuales, auditivas, inclusive olfativas, con comparaciones que sugieran de manera casi inconsciente al lector las sensaciones, las vivencias de ese instante.
A través de esas sensaciones que el poema provoca en nosotros, llegamos a analizar los recursos que usó el poeta para transmitir su visión del universo.
Es por eso que cada poema se presenta como un enigma a resolver, lo que puede resultar apabullante. Cada palabra que el autor propone deja una gran cantidad de posibilidades. Esa condensación implica que la palabra tenga no sólo un peso de contenido: denotación, sino de la huella que cada palabra ha dejado en cada uno de los lectores: connotación. Así, la palabra deliberadamente elegida por el poeta presenta un crisol de posibilidades que se multiplica con cada lectura y en cada lector. Parafraseando a Stanley Fish, quien dijo que el texto será siempre teñido por el ojo (o el yo) del lector. ("The "I" of the reader will always colour the text," en inglés "I"/yo se pronuncia igual que "eye"/ojo).
La lectura de poesía es quizás como cruzar un río. Como en todo, se debe elegir con cuidado por donde empezar para ir adquiriendo mayor seguridad y confianza, lo que nos permitirá pequeños logros y nos embarcará con placer en nuevos desafíos.

No se puede escalar una montaña el primer día
Es probable que los grandes poetas como T.S.Eliot, Ezra Pound o J.L. Borges sean para el lector más experimentado. Ó, para abordarlos en grupos de lectura. Pero tampoco trae satisfacción recorrer un terreno apenas pedregoso. Los aforismos y proverbios son apenas una entrada en calor. Un buen comienzo para un lector aventurero es encontrar una arroyo el cual pueda cruzar pisando rocas y así obtener un desafío seguro. Hay muchos autores modernos con poemas cortos que invitan a embarcarse en la aventura de la interpretación.

Haciendo una autopsia al poema
Nunca se aprende tanto como enseñando, y el gusto por la poesía yo lo adquirí trabajando con mis alumnos adolescentes, y descifrando juntos ese juego de espejos que proponen los poetas. Enfrentamos pues la lectura de cada poema como un enigma a resolver. Ahora este enigma tiene un aditivo único, es una invitación única: no se tratar de adivinar qué quiso decir el autor, sino más bien descubrir que significa el poema para mí, qué mueve en mi interior, a qué parte de mi historia moviliza. De esta manera la interpretación será tan libre y variada como lo disponga la heterogeneidad de los lectores que se enfrenten a ella.

Las nuevas corrientes de crítica literaria ya no se centran en el poema en sí ó en el poeta, sino en la reacción que ese poema provoca en su lector. Entonces celebramos la idea de que no hay un único significado a descubrir, sino haciendo énfasis en la multiplicidad de interpretación y sobre todo en los procesos que el lector atraviesa con su lectura. La teoría literaria llamada Reader-response se basa en esto mismo: cualquier interpretación que el lector haga del texto es válida siempre y cuando lo pueda sustentar con evidencia sacada del texto.

¿Cómo abordar un poema? El uso de recursos literarios que enriquecen al poema son a la vez pequeños acertijos a descifrar. Razón que exige para el análisis de un poema, más de una lectura, como la mayoría de las piezas literarias cualquiera sea su género.

La primera lectura es de reacción y reconocimiento. Focalizando en lo que sí entiendo, sin dejarme abrumar por ese significado efímero que parece escapársenos. Observamos la forma del poema, la cantidad de estrofas y de versos, su largo y si son todas iguales. Analizo la estructura, ¿parece seguir algún orden o es más bien caótico? El uso de rima si lo hay, disfrutando de la sonoridad del poema.
En una segunda lectura, podemos empezar a identificar las imágenes sensoriales: visuales, auditivas, olfativas, gustativas, táctiles o quinéticas. Luego las comparaciones, antítesis, símil y las metáforas: metonimias, sinécdoques, sinestesias, cenestesias, retruécanos. Personificaciones de objetos inanimados. Encontrar el énfasis en exageraciones: hipérbole o atenuaciones: lítotes, y hasta ironías y no olvidemos las onomatopeyas. Las desfamiliarizaciones nos muestran los objetos cotidianos bajo una nueva luz, llamando así nuestra atención como si los viéramos por primera vez.
Con una nueva lectura se pueden empezar a discernir las polaridades, los contrastes que conviven en el poema y el (o los) tema(s) que son el eje, el sentido o mensaje que nos sugiere el poema.
¿Cuál es la gran diferencia entre la lectura de tal o cual poema? ¿Qué hace que un poema tenga mayor o menor valor literario? La capacidad del poeta de transmitir su visión del mundo a través de la belleza estilística de sus recursos que hacen sentir al lector con la sensibilidad del autor la vivencia de un momento.


Ese juego de enigmas que propone la poesía / por Ximena Espinosa - Profesora de Literatura en inglés