Apuntes Literarios
 

Quien haya vivido en el pueblo de Chivilcoy luego del paso de Julio Cortázar, ó yo, que he nacido allí, no puede ser ajeno a esa puerta que se abre hacia lo impensado. Sin dudas este hecho proviene de la fantasía y el imaginario que rodea a la figura de Cortázar. Sé que la gente de mi pueblo compartió algunos de sus momentos difíciles, como también el misterio de sus largos pasos callados, la mirada profunda, los silencios, y hasta algunas broncas. Hoy mi pluma vuelca en esta hoja fragmentos de quienes tuvieron la suerte de conocerlo, y por qué no, de disfrutarlo. No es casual que haya surgido en mí, este deseo, ¡qué va!, si creo que mi inclinación por las letras se debe a las anécdotas y recuerdos que tías, amigos y hasta algún gato en versión maullido, repetían en las sobremesas familiares, en la confitería del pueblo…en la verdulería…
Corre el año 1939, Chivilcoy, ciudad al oeste de la provincia de Buenos Aires. La Escuela Normal Mixta Domingo Faustino Sarmiento nombra como profesor de Historia, Geografía e Instrucción Cívica ,a un joven de figura delgada y peinado a la gomina, "Su físico era extraordinario como su mundo literario era lo que se dice raro, con un cuerpo filiforme e interminable, provisto de accidentados saledizos: esos brazos que revoloteaban en su camino tronco abajo, esas piernas de arácnido que nunca acababan de plegarse, esos tobillos picudos y lamentables que se empeñaban en destacar por debajo de un pantalón definitivamente corto", así lo pinta Rosa Montero.
En la mañana del 8 de agosto dicta su primera clase, apoyado en el marco de la ventana con un pie sobre la tarima enseña a descubrir las sutilezas de la violencia, y las trampas ocultas y no tan ocultas, las pone simplemente en evidencia, con dibujos animados.
Un hombre que alguna vez soñó ser marino y más tarde abrazó la docencia como medio de vida. El que solía pasear por la plaza principal junto a otro grande; el escritor y profesor jujeño: Domingo Zerpa.
Un hombre que meditaba en el banco placero pensando en algún cuento o sorprendido por los atardeceres extendidos y quietos. Quien escribiera en una de sus tantas cartas:

"Chivilcoy inmutable enfrenta a las estrellas y a las estaciones con invariable firmeza, cuidando de no mover un solo músculo, de severo rostro, ni desordenar en lo más mínimo los pliegues de su vestido. Así de una manera un tanto homérica, permanece el apacible pueblo con sus numerosos ganados, sus preclaras gentes que comercian y dan vuelta a la plaza, y el majestuoso y despoblado de sus calles, que la sombra de venerables plátanos flanquea y ornamenta. Yérguese en sus márgenes las estructuras imponentes del Colegio Nacional y la Escuela Normal en la cual (litera como Cervantes) pasea este amigo la majestad de su toga profesoral y el aburrimiento de varios cursos de Historia, Geografía, creencias malignas y retóricas."

Ese profesor que se hospedaba junto a otros jóvenes en la pensión de la calle Pellegrini 195, propiedad de la familia Varsilio, la que ofrecía un clima cálido tratando de cubrir la ausencia familiar. Esa casa con enorme zaguán, un hall de entrada y dos habitaciones le ofreció la del lado derecho con grandes ventanales que miraban a la plaza donde el sol de la tarde lo iluminaba. Y cuando el reloj anunciaba las tres y media de la tarde terminaba de corregir y preparar sus clases sintiéndose más tarde dueño de sí mismo.
Ese joven discreto y servicial que presidía la cabecera de la mesa, aprendía latín y alemán, leía la Biblia, amaba el jazz y fue considerado por sus alumnos un consultor afectuoso.
Tomaba mate en un jarrito rojo enlozado, gustaba comer capas de panqueques con salsa blanca porque era una especialidad de su madre y saborear los helados de la famosa heladería "la Cabaña". El que soñó con que los niños cantores coronen el 24111 en la lotería de Navidad.
Ese muchacho que tenía miedo de convertirse en un pueblero, dejaba pasar las tardes en la Plaza España, como lugar de amor y de ensueño, con jardines, macetones, mayólicas de Talavera de la Reina, con fuentes y peces de colores, que avivan sus recuerdos de Barcelona. Dijo de ella:

Plaza España, contigo

El sol de octubre besa /los mosaicos dormidos
en matinales nidos la mañana está presa.

Canta la primavera / por cada flor que asoma
prometiendo el aroma /del amor y su espera.

La vida es esperar / y esperar es la muerte,
santa, la flor que vierte /su pena en perfumar.)

Chivilcoy le brindó grandes amigos de la literatura, el arte, la cinematografía, la política y los personajes del folklore pueblerino.
Si hubiera podido adivinar que la vida iba a regalarme el don de la escritura, cuánto le hubiera preguntado a mi querido tío Carlos Santilli, director del periódico socialista El Despertar, por ese hombre que escribió en mi pueblo: Llama el teléfono, Delia, su primer cuento con el nombre de Julio Denis.
Mi alma se empapa de nostalgia de la infancia, a leer: Los piantados y los idos, evocando al hombre de verde, al Quijote de la Bicicleta, el que llamó a su casa la verde pura, el que pintó a su caballo de verde, don Francisco Musitán (como antes mencioné un personaje del pueblo). Cuántas veces le gritábamos en la calle- "tocanos la corneta"- y este personaje vestido de verde con su bicicleta blanca con vivos verdes, llena de siete timbres y cornetas, uno para la media cuadra, otro para la esquina y otro para saludar a las chicas, respondía frente a las sonrisas y protestas del vecindario.
Julio, que tomó como escenario para Casa Tomada, la vivienda de la calle Necochea. Y una tarde al salir de la pensión abandonó la ruta del sol, la frescura de los árboles, el banco placero y comenzó a caminar por la calle Rivadavia para soñar con el argumento de Distante Espejo.
Cortázar que un 4 de julio de 1944 dictó su última clase obsequiando bombones a sus alumnos expresando, "elegí bombones porque son dulces como debe serlo la memoria de un amigo"
Julio Cortázar un escritor y un ser particularmente genuino que ha sido un Maestro no sólo en la literatura, sino en la vida. Un humorista como una risa maligna, casi como que se estuviera riendo de nosotros. Así lo vio Saramago.

Nos resta decir que aquel hombre despertó admiración, afecto y respeto en el Pueblo de Chivilcoy. Lo hizo, involuntariamente, sólo fue su modo de transitar los días tan sólo mostrando cómo sentía y veía la vida. Un hombre que hoy se permite seguir siendo joven y al que el mundo entero rinde tributo. Un muchacho que dejó a un amor, en mi pueblo, estos versos:

" No preguntes quien pone en este canto /un alma destinada al sufrimiento
y un pobre corazón que te ama tanto, / si lo adivinas tú, nada te asombre,
mas si no me hallas en tu sentimiento / de nada vele que te de mi nombre."

Bibliografía:
CORTAZAR: Compromiso y fantasía- La Nación- Aguilar- Año 2006
CORTÁZAR en Chivilcoy- Gaspar Astarita- Mayo 2004
Archivo Literario Municipal de Chivilcoy.


Fragmentos de Cortázar en Chivilcoy / por Silvia Santilli