Apuntes Literarios
 
"La gloria y la abyección, debo añadir,
son igualmente notorias en estas andanzas de la Conquista"
Las dos orillas; Carlos Fuentes.

Las narraciones que se fueron realizando sobre el llamado "Descubrimiento" y la Conquista de América, la tierra color de esperanza" que Cristóbal Colón describió pormenorizando detalles pintorescos sobre el agua, el aire, la fauna, la flora y sus habitantes fueron creando un modelo de "escritura mitificadora" (Pastor, B., 1984); aunque no siempre en el mismo sentido.
Al respecto, Hernán Cortés va a contribuir a ese "proceso de ficcionalización" (Pastor, B., 1984) con la redacción de cinco cartas, conocidas "de Relación", que van de 1519 al 1526. Su nombre deriva de la palabra que el mismo Cortés emplea para designarlas en tres de ellas: "…larga y particular relación" (Carta Segunda); "hice segunda relación" (Tercera); "su relación que envié" (Cuarta).
La primera de ellas se ha perdido, aunque se conservan los sumarios que confeccionaron López de Gómara y B. Díaz del Castillo. Existe sí, con fecha 10 de julio de 1519, la Carta que firmó el Cabildo y demás "principales". En ella se insiste varias veces "en el celo de Cortés por servir a sus reales altezas" (Alcalá, M., 1960) y se sostiene que "en ninguna manera él se había de partir de aquella tierra hasta saber el secreto della…" (Cortés, Primera Carta).
En la misma se consignan el afán por dar a conocer lo que éstas tierras eran con el vasallaje que los conquistadores rendían a Carlos V. Concepto este mismo que irá creciendo a lo largo del resto de la correspondencia; continuando con ello con el Discurso mitificador iniciado por Colón; pero orientados, ahora, a persuadir a Carlos V del heroísmo y fidelidad del autor de las cartas.
Interesa para esta nota destacar la Segunda Carta, una de las más largas e interesantes. Escrita en noviembre de 1520, es impresa en Sevilla en 1522; inmediatamente traducida al latín, al italiano, al flamenco, al alemán y al francés; en este orden cronológico; lo que le dio tempranamente una amplia difusión.
Por su contenido y distribución de los temas de la misma; pueden considerarse tres partes; Primero, una introducción. Segundo, un extenso desarrollo que narra su desembarco, su partida de Vera Cruz y el accidentado itinerario que lo llevó a Tenochtitlán. Tercero, Epílogo. Escrita en castellano, conserva algunos latinismos léxicos y sintácticos; testimonios de su paso por la Universidad de Salamanca.
En uno de los primeros párrafos anoticia a "vuestra alteza…" "que so color que los dichos navíos no estaban para navegar, los eché a la costa por donde todos perdieron la esperanza de salir de las tierras"; con cuyo acto y dicho inicia la leyenda cortesiana de "quemar las naves" para seguir adelante con una empresa insegura y previsiblemente difícil.
A continuación, el cuerpo principal de la carta permite asistir a los avatares que llevan a Cortés y a los que, obligados o no, lo siguieron a la fabulosa Tenochtitlán; que presenta así: "Esta gran ciudad de Tenochtitlán está fundada en esta laguna salada..."
"Es tan grande la ciudad como Sevilla y Córdoba". La misma posee varias plazas; una "tan grande como dos veces la ciudad de Salamanca (…) donde hay cotidianamente arriba de sesenta mil ánimas comprando y vendiendo".
La comparación con ciudades españolas, el espíritu casi mesiánico de reconquista y su justificación, el afán renacentista de conocer, el móvil de obtener fama y gloria y el tono épico que campea en cada una de las escaramuzas que se narran, remiten a los lectores europeos de su época a conceptos y valores comunes para ellos. Todo lo cual contribuyó a ese efecto "mitificador" caracterizado por B. Pastor en El discurso narrativo de la conquista.
La escritura de esta y las tres cartas restantes obedecen a su propósito de satisfacer el afán conquistador de Carlos V. En Cortés, "Los procesos ficcionales de esta escritura se subordinan, de forma impecable, a la doble necesidad de legitimar la empresa y consolidar el poder adquirido" (Benítez, M. J).
En uno de los últimos párrafos de esta carta, que podemos considerar como Epílogo, conciente Cortés de que su escrito convencería a su Rey de sus argumentos, "humildemente" le suplica "tenga a bien" que se nombre a las tierras por él conquistadas Nueva España del mar Océano; "Por lo que yo he visto y comprendido cerca de la similitud que toda esta tierra tiene a España (…) y así, en nombre de nuestra majestad se le puso aqueste nombre". Y con el mismo cierra la carta; "De la Villa Segura de la Frontera de esta Nueva España, a 30 de octubre de mil quinientos veinte años", dando por seguro que Carlos V accedería a su pedido, lo cual sucedió de esa manera.

Bibliografía:
ALCALÁ, Manuel; Nota preliminar a Cartas de Relación. E. Porrúa, 1960.
BENITES, María Jesús. La escritura en el Nuevo Mundo: Voces y Textos. Segundas jornadas de enseñanza de la Lengua y la Literatura.
CORTÉS, Hernán. Cartas de Relación. Editorial Porrúa. 1960.
PASTOR, Beatriz. El discurso narrativo de la Conquista. Casa de las Américas, 1983.


De cómo Hernán Cortés bautiza a la Nueva España del mar Océano / por Yolanda Peretti
(licenciada en Lenguas Modernas)