El 28 de noviembre del año 2008, en Francia, celebró sus cien años Claude Lévi-Strauss: maestro del pensamiento, etnólogo, antropólogo, filósofo, revolucionario de las ciencias sociales, figura emblemática del estructuralismo y tanto, tanto más. Su presencia, de las más influyentes y debatidas del siglo XX nos ofrece con su producción un interés completamente actual.
De entre su obra, Tristes Tropiques, libro aparecido en 1955 fue el que lo reveló al gran público. Ciertamente es libro impar, desde el título, con su homofonía de sonoridad terrenal: concita rodar de piedras, cursos de agua, fricción de arenas. Tristes Tropiques, denominación que por su calificativo inicial propone movilizadora sensibilidad, nada que nos revele arduos criterios racionales de etnógrafos u antropólogos. El libro fue de meditada elaboración, en paratextos su autor supo comentar cuánto tiempo dudó en publicar estas narraciones para las que el análisis antropológico contaba a un mismo tiempo que su andar autobiográfico Por aquellas fuentes, sabemos tuvo antes el proyecto que pronto abandonó de una novela, con el mismo título, Quince años cavilando en dar forma a tal material, por una parte quizás se sintió muy joven para escribir 'sus memorias' en el sentido clásico, por otra, la plenitud de su saber le empujaba a decir su pensamiento nuevo. Y dirá lo suyo, a su manera, resueltamente asombrosa. El libro se inicia por aquella frase que no deja de admirarnos: "Je hais les voyages et les explorateurs" (Odio los viajes y los exploradores).
De viajes y exploraciones había de tratarse, y de mucho más, tanto como para que el lector entendiera que estas aventuras habían de conducirlo y participarle andares de descubrimiento profundo, de renovación del yo descubriendo al otro, asumiendo la naturaleza en su totalidad. Asomado a tiempos y espacios disímiles.
Sí, este libro conseguido en largo pensar, seguirá un armado cuya calidad sabrá de estructuras, y para esa arquitectura los primeros cuatro capítulos dirán el trasfondo de mares, travesías, desórdenes que dejan las guerras, superficialidades de un medio que se observa y desecha. Recién el CapítuloV denominado "Regards en arrière" (Miradas hacia atrás), nos ofrecerá el portal de inicio a su aventura, a partir del Nuevo Mundo aceptado.
Las escasas cinco páginas que corresponden a este capítulo nos imponen de un saber que envuelve el texto. Da noticia de sus conocimientos hasta ese momento, la hora 0 del despertar ante otras tierras y seres, lo que será el comienzo de su carrera de etnólogo, de su aventura entre culturas.
Se me ocurre que para Lévi-Strauss, las horas del día dejan su marca, tienen su razón de ser y son tenidas en cuenta más que las fechas de los acontecimientos, así lo he observado en distintas páginas suyas. Auspicioso es entonces este temprano comenzar: "Ma carrière s'est jouée un dimanche d´automne 1934, à 9 heures du matin" (Mi carrera se decide un domingo de otoño de 1934 a las 9 de la mañana). Por un llamado telefónico el Director de l'Ecole Normale Supérieure le solicitó abruptamente, si es que continuaba con su gusto por ocuparse de la etnografía, que propusiera su candidatura de profesor de Sociología en la Universidad de Sao Paulo, y que como los alrededores estaban llenos de indígenas, dedujo el auspiciante, podría consagrarles sus 'week ends', eso sí, la respuesta debía ser perentoria. De aquí en más, la palabra viva del narrador resuena. Con su aceptación fue inmediato su pensar un Brasil y una América del Sur que sólo ubicaba como en las antípodas, así y todo tuvo como señales no por pequeñas menos válidas en aromas, sabores, colores, esbozos entrevistos. La justicia de investigador honesto le convence muy pronto que su ignorancia sobre los indígenas del Brasil, así como su entendimiento que Sao Paulo era una ciudad indígena bien podía atribuirse a la indiferencia y engaño expuesta hasta por los mismos filósofos y sociólogos oficiales. El mismo George Dumas, su antiguo profesor y 'adelantado' en un destino brasilero, tenía nociones imprecisas sobre el tema ya que su conocimiento a partir de una sociedad feudal del Brasil no le habían dado claras luces sobre este asunto.
Devienen en nuestro Capítulo V, distintas tonalidades que hacen a la introducción de búsquedas, este portal de los comienzos da su vivo color al evocado almuerzo en la Embajada del Brasil en París, al que lo había conducido el escritor Víctor Margueritte. de quien Claude Lévi-Strauss había oficiado de secretario durante sus años de estudiante. Enorme asombro tuvo, cuando a su pregunta el Embajador de Brasil le responde que todos los indígenas han desaparecido. Sorprendieron grandemente a nuestro interlocutor, los propósitos salidos de la boca del representante brasileño, aunque bien lo supo después coincidía con el horror de toda alusión a los indígenas manifestada por la elite de su país. Tiempos en que parecía se buscara perder hasta el conocimiento real de su territorio. Toda una postura que nuestro estudioso anota que felizmente ha cambiado desde entonces ("heuresement, elle a changé depuis").
Aún no puede, nuestro filósofo del espíritu, evocar su nuevo periodo de búsquedas sin detener una mirada amistosa a ese otro mundo que V. Margueritte le había permitido entrever. Pasan sus recuerdos por el XVII arrondissement, el gran departamento desde donde pudo observar manifestaciones, tal vez de decadencia, que impulsaron a aquel ser que tenía una concepción aristocrática de su tarea de escritor, y que permitieron al sociólogo explicarse, quizás con melancolía, siempre con meridiana claridad, actitudes y apreciaciones que expresan el choque de una generación intelectual con las grandes turbulencias de la historia contemporánea.
Y previo a su travesía, en la ocasional búsqueda de esos días, Lévy-Strauss recuerda datos que lo enteraban de que el Estado de Sao Paulo, era tan grande como Francia, y cuyos dos tercios de territorio, desconocido, estaba habitado solamente por indígenas de acuerdo a mapas de 1918. En el momento de su arribo en 1935, observó que sólo quedaban grupos de familias localizados en las costas, los que concurrían a vender ciertas curiosidades sobre las playas de Santos. Mas, no tardó en descubrir nuestro etnólogo, y eso causó su contento, que a 3000 kilómetros hacia el interior, los indígenas todavía permanecían allí. A partir de entonces, su pensamiento hablará con su testimonio de las últimas sociedades primitivas en vías de desaparición, procurará salvar el recuerdo de la pureza de los elementos y en tal diversidad de los seres, de la gracia de la naturaleza, de la dignidad de los hombres.
* STRAUSS C. Lévi, Tristes Tropiques, Paris, Plon-Terre Humaine,
1955, "Feuilles de route"-"V Regards en arrière" 49-53