Apuntes Literarios
 

1La leyenda Jean Ray se origina en una autobiografía que el autor escribió a pedido del antólogo Roland Stragliati.

Escribir sobre Jean Ray no es tarea sencilla. Hay autores que construyen una obra que los vuelve inclasificables, su imaginación es tan prodigiosa y desbordante que cuesta encararlos y hablar de ellos sin sentirse enceguecido por los mundos que subyacen en sus relatos. Jean Ray es considerado con justicia un maestro del relato fantástico. Forma parte de ese crisol de escritores extraños que suelen compartir espacio en antologías exquisitas, hablo de autores como Bloch, Bierce, Machen, Blackwood, Lovecraft, William Hope Hogdson, etc. Este breve artículo intenta dilucidar un poco los mitos y verdades de la vida del escritor belga y dar un pantallazo sobre su obra. Porque si hay algo verdaderamente extraño e inexplicable en Jean Ray es que hayan pasado casi treinta años desde la última vez que se lo editó en nuestra lengua.
Raymundus Joannes de Kremer alias, John Flander, alias King Ray, alias Sailor John y alias Jean Ray, como lo llamaré de aquí en adelante, fue un escritor belga que gestó su obra en la mitad del siglo veinte. A pesar de tener una producción capaz de hacer sombra a los grandes maestros del relato fantástico anglosajón, Jean Ray es un escritor casi para exquisitos, su escasa difusión en nuestra lengua y en la lengua inglesa atentan contra su memoria. Como todo escritor que se precie de tal, Jean Ray fue un eximio mentiroso, tuvieron que pasar décadas para que se esfumara - como esas nieblas que pueblan sus relatos de marineros borrachos -, el mito que el autor tejió alrededor de su vida. Una vida azarosa sobre las cubiertas de los barcos, traficando armas y alcohol durante la ley seca, peleando contra filibusteros o tentando la muerte en los burdeles más rancios del Asia donde ahogaba su existencia con enormes dosis de opio. Al igual que ese otro maestro de la narrativa (despreciado hasta el hartazgo) Emilio Salgari, Ray creó una vida de tintes aventureros y románticos para suplir la carencia casi total de ellos . En lo que se llama "vida real" (que pongo entre comillas, ya que hablo de un autor fantástico), Jean Ray trabajó diez años y monedas como un vil empleado antes de encarar su carrera literaria. Su existencia apócrifa, que pudo firmar Marcel Schwob en un cuento de su magistral Vidas Imaginarias, sostenía que por sus venas corría sangre Sioux proveniente de su abuela materna y que sus primeros cuentos los escribió a bordo de veleros piratas o sobre las mesas desvencijadas de tabernas, perdidas en los ignotos mares asiáticos. El autor aseguraba a los periodistas que indagaban su pasado, tener cicatrices de plomo en su pecho y que guardaba el recuerdo amargo de las caricias sangrientas del gato de las siete colas sobre su espalda.
Nació en Gand, Bélgica, el 8 de julio de 1887. Su padre era empleado en la guardia marítima y su madre institutriz. A los 36 años Jean Ray inicia su periplo de colaboraciones literarias para la revista l'Ami du Livre. En esa época comienza a mezclarse en negocios sinuosos de contrabando que lo hundirían en el futuro. En 1925 edita su célebre libro de relatos fantásticos: Los cuentos del Whisky, volumen que contiene gemas inolvidables como: Whisky Irlandés, El guardián del cementerio o Los extraños estudios del doctor Paukenschlager. En 1926 es condenado a seis años y seis meses de prisión por contrabando, su vida de aventuras -al menos viles aventuras comerciales- se acaba. Pero es liberado con anticipación en 1929. Debido al escándalo en que se vio mezclado, Jean Ray debe buscar un nuevo seudónimo que limpie su nombre, se decide por el de John Flanders. A partir de entonces la producción del escritor se intensifica. Desde 1931 hasta 1938 escribe ininterrumpidamente los fascículos policiales de Harry Dickson. Aceptó el encargo de traducir del neerlandés al francés una serie de novelitas alemanas que relataban las aventuras del inefable detective Harry Dickson (uno de los tantos clones de Sherlock Holmes que prosperaron a principios de siglo), donde la acción imperaba sobre la lógica del relato. Historias recargadas de truculencia, de monos homicidas o de asesinos célebres. Al principio la colección retrataba las aventuras de un Sherlock Holmes apócrifo, pero tras recibir la acusación de plagio por parte del prolífico autor inglés, los editores reemplazaron a Holmes por Dickson que respetaba al modelo original en sus peores mañas. Jean Ray consideró que él podía escribir mejores cosas que la basura que le daba el editor para traducir, le propuso su idea a la editorial y esta aceptó con la condición de que respetara el título y que la escena, que ilustraba la cubierta de los fascículos, debía figurar dentro del relato. Jean Ray aceptó gustoso el proyecto e inmortalizó a un personaje, mediocre en su origen, en más de cien novelitas inolvidables por sus climas góticos, crímenes fantásticos y de corte sobrenatural. El canto del vampiro o El templo de Hierro (donde mantiene al lector sobre ascuas con la caída de una nave espacial y su perverso tripulante suelto en la Inglaterra victoriana), son novelitas de lectura imprescindibles para cualquier amante del fantástico. Jean Ray demostró que podía moverse con soltura en un género limitado por sus consignas, al romper sus esquemas recargando tintas en la imaginación y el clima que parecía importado de una novela de Dickens, autor que formaba parte del Panteón de dioses literarios del autor de Malpertuis.
A mitad de la década del 30, Jean Ray comienza a consagrarse como autor de relatos fantásticos y de terror al colaborar en la mítica revista estadounidense Weird Tales, revista que publicó por primera vez autores de la talla de Lovecraft, Robert E. Howard, Clark A. Smith, Kuttner, Bloch, etc. Como también en Terror Tales y en Dime Mysteries. Revistas de temática pulp donde la prosa de Jean Ray, aunque superior a la media, se ajustaba en sus atmósferas opresivas y tenebrosas. A modo de anécdota, a fines de la década del treinta la editorial Molino (que venía huyendo del franquismo español) publica en la Argentina la colección de relatos de horror: Narraciones terroríficas, donde se daban cita los mejores relatos de las revistas citadas. Jean Ray conoció el castellano bajo el seudónimo de John Flanders, estos relatos constituyeron por mucho tiempo las únicas traducciones del autor belga a nuestra lengua.
La Segunda guerra estalla en Europa y las publicaciones en las que el autor colaboraba habitualmente se ven forzadas a cerrar, por lo que Ray considera conveniente encarar obras de más largo aliento. Publica El Gran Nocturno y El crucero de las sombras, antologías de relatos largos. 1944 es un año de capital importancia en la obra de Jean Ray, ya que publica sus dos novelas más importantes. La ciudad del miedo indecible, una novela de corte policial con profundos matices fantásticos y macabros que no alcanza las dosis de genio a que nos tiene habituados el autor y Malpertuis, su ópera maestra, libro considerado como la última novela gótica de la era moderna. Críptica y oscura. Retrata la agonía de los dioses del Olimpo en una mansión de los países bajos. Dioses resucitados y capturados del olvido humano por un alquimista. Como en muchos relatos del autor, el escenario en sí es uno de los grandes protagonistas de la historia. Malpertuis es la casa prisión donde se refugian los dioses para fenecer.
El espacio es una zona muy fuerte en la literatura de Jean Ray, basta con repasar algunos de los títulos de sus obras: La calle de la cabeza perdida (novela que tiene a Harry Dickson por protagonista), La callejuela tenebrosa, La posada de los espectros, El tiovivo, Storchhaus o la casa de las cigüeñas, El cementerio de Marlyweck, etc. El escritor construía el miedo alrededor de un escenario recargado de brumas, de nombres misteriosos y altisonantes, de hogares malditos, y un largo etcétera. Lo inanimado, eso que nuestro instinto no podría reconocer como una amenaza, es el generador del espanto en la obra de Jean Ray. En el cuento: El cementerio de Marlyweck, no son los muertos los que amenazan al protagonista, sino las criptas y las lápidas de la necrópolis.
A principios de los 60, Jean Ray escribe su última novela: Saint-Judas-de-la-nuit. Por aquellos años comienza a ser considerado por la crítica francesa como un maestro del fantástico. Las ediciones comienzan a sucederse una tras otras y su obra se difunde en otras lenguas. Contribuye el hecho de haber publicado una antología que se conoció como Los veinticinco mejores relatos negros y fantásticos (recopiladas por el también escritor y amigo cercano de Ray, Henri Vernes) que reunía parte de la mejor obra de Jean Ray, cuentos como: La noche de Camberwell, El salterio de Maguncia, La callejuela tenebrosa, El cementerio de Marlyweck, son sencillamente inolvidables y perfectos en su ambientación tenebrosa.
El legado de Jean Ray a la literatura fantástica es tan desmedido como su obra. Las imágenes de sus relatos perviven en la memoria con la viveza de un recuerdo violento. El monstruo que regresa al mar en El Salterio de Maguncia es tan imborrable como una sueño angustiante; la cabeza decapitada de Apolo que, ensartada en la pared de Malpertuis, recita con voz estentórea el Cantar de los Cantares forma parte de las pesadillas -gratas pesadillas- que me acompañarán de por vida.
El viejo cuentista, hacedor de imágenes terribles, muere el 6 de noviembre de 1963 de un ataque cardíaco. Fue enterrado en el cementerio de Westerbegraafplaats, en Gand.

A modo de epílogo, dejo a discreción de los lectores curiosos una pequeña guía de las ediciones de Jean Ray en castellano. Existen dos volúmenes esenciales y complementarios. Uno es la antología que realizó Aguilar2 a comienzos de los 60 para su colección en rojo "El lince astuto" de autores de misterio. El libro contiene: Los veinticinco mejores relatos negros y fantásticos, Malpertuis (posteriormente publicada en la colección "Tiempo Cero" de Valdemar y luego retirada misteriosamente del catálogo a sabiendas de lo difícil que es hallar un libro de este autor) y Los últimos cuentos de Canterbury (antología de cuentos grotescos y fantásticos que van hilando diferentes personajes dentro de una taberna donde suceden cosas que lindan con una trama rayana al surrealimo). El otro volumen lo sacó la editorial Acervo3 y contiene: Los cuentos del Whisky, El gran nocturno, La ciudad del miedo indecible, El crucero de las sombras y El libro de los fantasmas. Luego quedan las novelas de la editorial Jucar sobre Harry Dickson, que son más fáciles de hallar hurgando en las librerías de viejo. Les deseo suerte...

2RAY, Jean. Obras escogidas. Madrid: Aguilar S.A. ediciones, 1965.
3RAY, Jean. Obras escogidas de Jean Ray. Barcelona: ediciones Acervo, 1966.


Jean Ray, brumas de un escritor de miedo / por Mariano Buscaglia