Apuntes Literarios
 

 

Acorralado en el cíclico discurso de una singular dicotomía Borges resume su soledad en infinitos. Es una vasta recopilación de seres imaginarios los que articulan la brevedad de un tigre amasijado por la ficcionalización de sus remas. Un glosario de intrusas correcciones es hoy el más bello sacrificio imaginado por el hombre.
Hijas de un perfecto sacrilegio las ruinas debaten su hidalguía. Saben que el sueño es un cruzado hereje y que su corporeidad no dista mucho de la roca de Sísifo. Sabe que, de no existir, una aguda voz rechazará sus actos y que un multitudinario silencio morderá la esclavitud de una elástica utopía. Siervo del A BAO A QU Borges difunde su atrincherada ceremonia, lame el raso que cubre su precariedad consciente, para sólo disfrazar círculos que, aunque diametralmente opuestos, sirven de ungüento a la modesta causa.
Nuevos y perversos rehenes sepultan, a fuerza de sangre, la circunvalación del cosmos: Ardua tarea si se tiene en cuenta la locación del espíritu, siempre oculto en el follaje de la transmutación y la cábala. No será el destino quien juzgue la veracidad del hecho, ni será Dios el ego omnisciente de la fragmentada historia. Hay un vulgar mentor capaz de resumir en las ruinas circulares la concatenación de sucesos previamente amarrados al vértigo hexagonal de la flacidez y la distancia.
Un místico resplandor dibuja espejos en su mirada, es acaso la versión más cruel construida por el hombre. Debe la escalera en espiral usurpar sin fe la religión que al cielo espanta.
Un simétrico don de sangre en la palabra dulcifica, sin miel, todo rumor de euforia. El hombre se va formando. Pronto, poco a poco, a todo instante. Levanta un pie y arranca los feroces arcanos que lo sostienen. Luego el aire más poblado abusa de su bondad para sólo congelar la escena. Sabe que su tamaño es enorme. Sabe que espiritualmente puede evolucionar. Sabe que todo, pero todo, todo, llega a su cauce. Que la trinidad ya no es su límite, y que esa gloria configura la perfección del alma.
Pronto está. Ya existe quien lo sueña. Ya existe quien sueña cuando él sueña. Ante noche soñó con fuego: un fuego breve pero eficaz. Anoche fue Borges. Hoy, tal vez, nadie.


Las Ruinas Circulares, la Sed del Fuego y los disfraces infinitos de Jorge Luis Borges / Por Victor del Duca