Apuntes Literarios
 

Jorge Soto - Hadas

El surrealismo es considerado uno de los movimientos más importantes e influyentes del siglo XX. En 1924 aparece el primer manifiesto, inspirado por André Bretón, un poeta y artista francés que más tarde publicará otros manifiestos relacionados. El surrealismo es ante todo un movimiento de carácter literario, que más tarde tomará forma de movimiento pictórico, influyendo también en el cine y la escultura.
Dicho movimiento recibirá aportes del dadaísmo, grupo de artistas con tendencia anarquista, que se fundó en Zürich en 1916. En el arte experimentaban con el azar y lo absurdo, descomponían la lógica visual, reemplazando los objetos de la realidad por otros que a capricho el artista decidía. Lograban de esta forma liberar el inconsciente. Pero el surrealismo irá más allá, será una nueva forma de ver la realidad, una búsqueda de la libertad individual y social, el abandonando de lo racional y la expresión del inconsciente.
Según André Breton, el artista surrealista trabaja lejos del control ejercido por la razón y su frialdad calculadora; además, excluyendo toda preocupación estética y moral. Se destruye la lógica de la razón, pues, para los surrealistas, el hombre es cautivo de lo cotidiano, de la pobre condición humana, de una realidad mediocre y simple. Se debe de buscar lo extraordinario del hombre. Para ello, deberá hacer uso de su vida, de sus recuerdos y sentimientos.
Esta nueva frescura del espíritu, que busca desagenarse de la moral y los preceptos sociales, autoriza al hombre a gozar de idénticos privilegios que los de un salvaje. El surrealismo parece perseguir la ambición de sacar conclusiones generales de la relativa identificación que se puede observar entre el universo onírico, mítico y poético. A la luz del psicoanálisis, que hacía furor por aquellos años, se descubre que esta identificación estriba en el inconsciente.
El artista da paso al inconsciente, sin filtros aparentes. Él le proporcionara magnificas creaciones, pues, soltar la voz de las ataduras de la lógica es animarla a crear. Dicha liberación será motor de la actividad artística, permitirá alcanzar lo esencial al poner en marcha el real funcionamiento del pensamiento puro. Por lo cual el artista puede alcanzar desde su interior, el salvajismo primitivo.
La frase que inicia el primer manifiesto surrealista editado por Breton, "El ojo existe en estado salvaje", no será solo una expresión; es también la clave de las relaciones que con la expresión artística en general mantiene el surrealismo. Al estado salvaje en cuestión hay que situarlo más allá de todas las normas, ya sean del tipo político social como económicas o religiosas. Es ambición pura de codificar métodos de creación. Así es que el concepto de escuela, tal como se aplica en la historia del arte, es incompatible con la voluntad de autonomía y ruptura de formalismos que plantea el profundo salvajismo del artista surrealista.
Hacia 1925, en la época en que se formuló, la afirmación de André Breton adquirió fuerza de un postulado. Se basó en diversas obras de la época cuya existencia permitieron la aparición de una actividad surrealista que utilizara los medios de la pintura.
Ello explica la vitalidad sorprendente de un movimiento que sus adversarios intentaron echar por tierra, pero aún logro estar en pie. A diferencia de otros movimientos de la época, que daban una respuesta circunstancial y limitada a los problemas de la cultura occidental, el surrealismo pondrá en tela de juicio la totalidad de la cultura. Ya no se trata de saber pintar, sino de ir más allá de la pintura, de saber cómo salvar al hombre, cómo ayudarlo a reconquistar un equilibrio cada vez más amenazado, cómo volver al estado natural.
Alcanzar el paraíso y la plenitud del hombre no es tarea elitista, será deber colectivo. La empresa surrealista será comunitaria, hecha por todos. Los grupos surrealistas intentarán despertar el inconsciente, de modo que los sueños se vuelven un universo subconsciente que será el mundo surrealista.
Dentro de su primer manifiesto el artista André Breton dará gran importancia a los sueños, ellos serán estimados, no en tanto su interpretación o valoración lógica, sino por lo rico de su propio lenguaje, sus imágenes, su alejamiento de todo lo racional, donde todo sorprende y donde lo maravilloso se convierte en realidad. Representan una realidad interna que se contrapone a lo externo, y que se rozan en aquella región que separa la vigilia del sueño. El hombre, como ser universal, halla en él ambas realidades.
Será de aquí que Breton parte para acuñar el término surrealismo, buscando nombrar una realidad supraordenada, sobrenatural, en la que desaparece la contradicción mundo real y sueño, fundiéndose en el hombre como una única cosa, como una supra - realidad.


Surrealismo, André Bretón; El hombre como supra-realidad / Por Ana Pippia - Artísta plástica