Apuntes Literarios
 

 

Tal vez El hombre bestia o las aventuras del Capitán Richard (1934) sea nuestra primer película fantástica en estado puro, considerada perdida durante décadas y recuperada por esas extrañas circunstancias que siempre nos regala el destino.
Más avanzado el tiempo, nos encontramos con verdaderas gemas del cine nacional, como Una luz en la ventana de 1942, donde el legendario Narciso Ibañez Menta encarna un asesino afectado por la acromegalia, contrapartida de las oscuras películas de Rondo Hatton. Años después, Narciso protagonizará -y según se dice dirigiría tras bambalinas- los clásicos de Poe en: Obras maestras del terror (1960, dirigida oficialmente por Enrique Carreras). Película que abre el camino a gemas clásicas del cine nacional fantástico como las obras de Emilio Vieyra (cuya filmografía va desde Sandro a los Súperagentes hasta películas de vampiros en Bariloche ¡con Rolo Puente!) entre las que destaco: La venganza del sexo (1969), Sangre de Vírgenes (1967) y Extraña Invasión (1965). Vieyra fue una rara avis de nuestro cine, yendo a contramano de las tendencias y filmando películas sólo equiparables a las rarezas que se gestaban en México o en España de la mano de Paul Naschy.
Muchos consideran a Plaga Zombi como la primer película de zombis hecha en nuestro país, pero olvidan que en 1987 Jim Wynorski filmó la inefable secuela de Deathstalker, coproducción USA-Argentina, bajó las órdenes de un por entonces caído en picada, Roger Corman. La película, mero exploitation del filón de Conan, el bárbaro, cuenta con una escena memorable para estos lares, es esa donde el protagonista lucha contra una horda de muertos vivos que lo acosan a la vera de una cabaña. La escena, calcada de las películas de Romero, fue el bautismo de fuego del zombi pampa. Fuera del círculo infame de las películas bizarras, no podemos olvidar las esenciales películas de Mosquera con Lo que vendrá (1988) o un Subiela contenido -en grandilocuentes pensamientos vacíos- en Hombre mirando al Sudeste (1986).
Ya entrados en los noventa, las producciones bizarras se multiplicaban como pochoclos podridos y observábamos infinidad de productos caseros, luchando por hacerse un espacio en los pocos festivales que les daban lugar. De 1991 es el largo de Gustavo Mendía, Llueven niños sapos en Pehuajó, una película surrealista en todo lo que da de sí el término, precipitaciones de niños que se estrellan contra el pavimento estallando como huevos, felinos que llevan a cabo una guerra secreta contra unos invasores del submundo -secuencias animadas con un stopmotion tan precario que dolía verlo reflejarse en la pantalla- y un intendente que se transformaba en una mosca tras beber el agua contaminada por una fábrica de químicos que lo coimeaba. Mendía no volvió a filmar nada desde entonces y la película, más allá de los festivales barriales donde se proyectó, permaneció en el anonimato. Lo de Mendía, si soy sincero con el lector, no sé si lamentarlo o agradecerlo a ese dios secreto de los equilibrios.
A mediados de la década menemista, en el círculo oficial del cine fantástico, hace su entrada Spiner con La sonámbula, película que adolece de una lentitud narrativa que crispa los nervios, pero de lograda ambientación. Mosquera vuelve a probar con la ciencia ficción en la elegante Moebius, excelente película que aprovecha nuestros laberínticos ramales subterráneos.
Para esa época, los chicos de Farsa producciones comenzaron a gestar la primera parte de su saga de muertos vivientes, Plaga Zombi (1997). A la par, muchachos más improvisados, parían sus propios abortos, las películas infames de alto contenido erótico de VideoTomia o las producciones de ValpaRedón, siempre enmarcadas en un naif tan extremo que lindaba con lo perverso. De ValpaRedón es el largo Las cuencas vacías de Laura Baires, sobre una niña que, a lo Edipo, se arrancaba los ojos y se colocaba dentro unos -o sea dos pelotas de tenis pintadas con fibra verde- donados por Satanás. Laura veía el mundo con la mirada del demonio y pervertía a todo aquel que cruzara la mirada con ella. Cercana a esta producción es la película El reino de Marte, una película o un corto largo, filmado en el Valle de la Luna, cuya ambientación lograda narraba las aventuras de un soldado de la guerra del desierto del siglo XIX nacional que era trasladado a Marte para luchar contra unos monstruos tentaculados. Lo poco que recuerdo de esta peli es que los monstruos estaban hechos con trapos y se asemejaban a esas aberraciones informes que suelen aparecer en los programas de animación infantil de la hora de tomar la leche.
Estas son las pelis que más recuerdo de esta época, las cosas que fui anotando a medida que las veía en los festivales, consciente de que no volverían a aparecer. Estábamos lejos de You Tube e Internet era una herramienta sólo utilizada por expertos.
En el 2000 la cosa explotó, los festivales ganaron prestigio y los estudiantes de cine comenzaron a volcar sus inquietudes e ingenio en este tipo de género. Los muchachos que en los noventa habían filmado Plaga Zombi editándola secuencia por secuencia a medida que hacían la toma, fundaron Farsa Producciones y se dedicaron a filmar videos clips para bandas de rock glamorosas o coproducciones de terror con estrellas -de ala caída- de la talla de Faye Dunaway. El resto se hundió en el cieno oscuro de la mediocridad, sin dejar más que recuerdos espantosos en las mentes alucinadas que presenciaron las proyecciones, casi caseras, de cortos o semipelículas de títulos ostentosos, en lo que daba de su locura, como: Penumbras, Almidón en mi mollera, Flavio combate al monstruo, La Gran Nuno, etc.
El final de la década se presenta auspicioso para la gente de cine bizarro nacional. Un grupo de muchachos, nacidos en este submundo de vergüenzas cinéfilas, se propuso rescatar las gemas bizarras más aclamadas fuera del círculo oficial de nuestro cine -léase el Tita Merelo- dentro de su propio sello de DVD intitulado, bizarramente, VideoFlims (sí, con la ele después de la efe). Este sello ya lleva editados casi una treintena de títulos, destacando las antologías de cortos Uy qué loco, la filmografía de la gente de Farsa Producciones y las excelentes películas de Daniel de la Vega.

¿Qué esperan?


Recuerdos de un cine alucinógeno / Por Mariano Buscaglia